Un Do, un Camino, una Historia

Sentado, meditando, empieza el día a día un personaje con una vida única, que decidió optar por un camino poco transitado por la mayoría en una ciudad como Bogotá. Sumergido en un alto grado de concentración, la meditación le ayuda a olvidar el mundo exterior y preparar cuerpo y mente para lo que viene a continuación. Su respiración se vuelve lenta y pesada, como si cada bocanada de aire fuera un combustible vital. Luego, al abrir los ojos, ve unos rostros familiares igualmente sumergidos en un pasivo acto de concentración. Tras una voz de mando, procede a dar fin a la etapa de concentración y sigue con un protocolo que da inicio formal a una nueva sesión de práctica de Taekwondo I.T.F. (International Taekwondo Federation). Esta es la historia del Maestro Gonzalo Camelo, cinturón negro VII Dan en Taekwondo I.T.F en Colombia y actualmente el rango más alto de esta disciplina en el país.

Todos los días, muchos estudiantes se reúnen con gran entusiasmo y devoción, en las distintas academias de la ciudad de Bogotá para practicar el arte marcial coreano llamado Taekwondo I.T.F. Esta disciplina consiste en usar las piernas y los brazos como mecanismo de defensa y ataque en contra de uno o múltiples adversarios. De hecho, la traducción del coreano al español significa “el camino del puño y la patada”. Ahora, ¿Qué hace de esta disciplina algo distinto a un deporte cualquiera? ¿Qué impacto tiene en la vida de las personas, dentro y fuera del lugar de entrenamiento conocido como el Do Jang? ¿Alguien que ha dedicado su vida al Taekwondo cambia su forma de relacionarse con los demás aspectos de su vida?

Antes de poder contar la historia de Gonzalo Camelo y de cómo el Taekwondo ha tenido un fuerte impacto en su vida, en necesario entender unos aspectos básicos. El Taekwondo es un arte marcial coreano creada por el General Choi Hong Hi en el año 1955 y desarrollado hasta el día de hoy. La práctica de esta disciplina está dividida en varias partes, cada una representando un aspecto distinto de la vida. La primera corresponde a las figuras o los “tuls”. Esto consiste en recrear combates imaginarios contra varios oponentes replicando todos los movimientos, tanto de defensa como de ataque, pertenecientes al Taekwondo. Otra parte es el combate o “matsogi” contra un contrincante, en donde el objetivo es ganar la mayor cantidad de puntos en un combate de dos rounds. También están los rompimientos o combates pre-establecidos.

En palabras del Maestro Gonzalo Camelo cada uno de estos aspectos tiene su contra parte en la vida. Por ejemplo, las figuras representan la cotidianidad y la rutina del día a día. Son actividades que no varían pero que la idea es llegar a hacerlas con el mayor grado de perfección y técnica posibles. El matsogi representa las vicisitudes de la vida, aquellos momentos imprevistos en donde el carácter y la determinación juegan un papel importante y se ponen a prueba las habilidades desarrolladas durante la vida por medio de la experiencia.

Todo lo anterior compone una disciplina integral que lleva a los practicantes a un alto nivel de rendimiento físico. Sin embargo, hay algo más que hace de esta disciplina un estilo de vida y una herramienta que permea las otras esferas de la vida de una persona. Este aspecto son los 5 principios básicos: cortesía, integridad, perseverancia, auto-control y espíritu indomable. Estos son los pilares que conforman la estructura del Taekwondo, pues sin estos principios, un estudiante de esta disciplina no alcanza armonía entre su cuerpo y su mente.

Gonzalo Camelo es un bogotano nacido en 1961 que comenzó su carrera en el Taekwondo en 1974 a la edad de 13 años. Su acercamiento inicial al arte marcial se dio por casualidad, pues él vivía a solo dos cuadras de la academia de Taekwondo más grande del país en aquel entonces. Entrenó constante y disciplinadamente hasta obtener su cinturón negro en abril del 78’. Su relación con el Taekwondo se mantuvo fuerte mientras se formaba paralelamente como optómetra. Para los años 90’, su carrera como profesional estaba dando muchos frutos, pues llegó a tener tres ópticas funcionando simultáneamente en el norte de la ciudad. Sin embargo, su vida tuvo un cambio radical en 1999 cuando fundó su propia academia e hizo del Taekwondo su prioridad, incluso sobre su carrera. Esto hizo que asumiera una responsabilidad extra al convertirse en instructor hasta llegar a su rango actual de Maestro. De hecho, hoy en día Camelo asegura que el Taekwondo representa un 70% de su actividad cotidiana mientras que la optometría solo un 30%. Fue dentro de este cambio de destino que él empezó a descubrir nuevas dimensiones y experiencias tales como el placer de enseñar y transmitir sus conocimientos en el Taekwondo. Del mismo modo, su larga trayectoria de 40 años le ha brindado un conocimiento privilegiado de este arte marcial permitiéndole saber qué bondades brinda esta disciplina para cada edad y qué métodos usar para enseñarla según cada grupo demográfico. Este conocimiento tan sofisticado del arte marcial, ha convertido a Camelo en una autoridad del Taekwondo en Colombia y por fuera del país. Gracias a esto ha logrado llevar a cabo varios festivales infantiles para poder promover el Taekwondo entre los niños y su academia ha tenido numerosas participaciones en competiciones internacionales.

La cotidianidad de Camelo se transformó radicalmente desde que cambió el énfasis de su vida. Muchos aspectos ahora giran entorno a ser un mejor taekwondoga. Por ejemplo, su alimentación se volvió un acto consciente con el fin de tener un mejor rendimiento físico o actividades como salir a correr un domingo van más allá de estar en buena forma. Así, es normal que salga con un grupo de practicantes escalar Monserrate en el menor tiempo posible para fortalecer su cuerpo y su voluntad. Del mismo modo, su día a día se convirtió en un gran ritual. El Taekwondo es un arte marcial muy rutinario en donde pequeños aspectos tienen un valor simbólico fuerte. Así, todos los días debe portar impecablemente su uniforme asegurándose de detalles significativos como que las puntas del cinturón estén del mismo largo, simbolizando el equilibrio o Jing Jang. Del mismo modo, siempre debe tener una actitud de respeto por el Do Jang haciendo una venía antes de poder entrar o salir de él. Todo esto trasciende en la forma en se comporta con las cosas haciendo que elementos como el uniforme, el Do Jang o los gestos hacia los demás se vuelven rituales sagrados, dándole significancia y trascendencia a su cotidianidad. Esto llega al punto que los detalles por fuera del Do Jang cobran importancia, pues son un reflejo de quien es él como ser humano.

Por último, hay algo que va más allá de sus logros dentro de la misma comunidad del Taekwondo y esto son los logros y las satisfacciones a nivel personal que ha alcanzado. El primero es que a nivel familiar esta disciplina lo ha unido a su familia y le ha brindado oportunidades únicas como recorrer el mundo con sus seres queridos mientras cumple con sus labores como jurado de competencias internacionales. Del mismo modo, su relación con su esposa, su hijo y su hija se ha fortalecido gracias a seguir la doctrinas de los 5 principios básicos del Taekwondo. Así, ha logrado inculcar a sus hijos importantes valores como el respeto o el valor que tiene trabajar constantemente y con perseverancia por algo. Del mismo modo, llevar 40 años dentro de esta disciplina le ha ayudado a forjar valiosas amistades, pues como él dice, todos los que llevan un largo tiempo como practicantes hablan en un mismo idioma de respeto, cortesía y compañerismo hacia los demás.

La práctica del Taekwondo le ha ayudado a encontrar armonía en su vida y poder explorar facetas enriquecedoras a medida que sigue avanzando en este largo pero enriquecedor camino de 40 años de duración. Su estilo de vida no es del todo común en ciudades como Bogotá, sin embargo su condición de artista marcial lo hace adoptar una actitud diferente hacia la vida y llevar puesto su cinturón negro de VII Dan lo hace un bogotano único con una trayectoria poco común, pero muy satisfactoria y enriquecedora.






REPORTAJE
Por Mauricio Acevedo
21/02/2014



Gonzalo Camelo, el cinturón negro y Maestro VII Dan en el arte marcial conocido como el Taekwondo, nos cuenta su historia y cómo una disciplina cuya cuna está a 14,965 kilómetros de distancia de Bogotá, ha tenido un profundo impacto en él y quienes lo rodean.
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